El
clásico juego de
Arkanoid llevado a su versión futurista intergaláctica. Es decir, con muchos colores y un fondo espacial. Por lo demás, lo habitual: Lanzar
bolas contra ladrillos con el fin de destruirlos todos. Cuando reboten, recogerlas para volver a lanzarlas y así hasta que no quede ni un solo tocho del que preocuparse.