Para avanzar en sus fechorías de tejado a tejado, este
ladrón necesita una cuerda con la que balancearse. Pero no basta una cuerda cualquiera, cada salto requiere la medida justa. Tanto si no llega, como si se pasa, la cosa terminará en caída y porrazo. Por el contrario, si actúa de forma correcta, podrá ir acumulando las riquezas de otros.