En un campo de batalla construido con neón, pilotas un
tanque. También de neón. En esta
guerra todo es fluorescente, pero eso no es excusa para no combatir y
disparar sobre los
tanques enemigos con la finalidad de hacerlos estallar y que desaparezcan entre destellos de luz. Eso es lo que pasa cuando el neón es destruido sin misericordia.