A veces ser
niñera de una
niña traviesa es harto sacrificado. Pero al final del día, después de la última broma, una se lo puede pasar genial probando distintos
modelos, peinados y demás artefactos con la descontrolada pero encantadora
niña. Eso sí, a las nueve de la noche a dormir. Sin falta.